La vida ante sí es una novela muy recomendable. La mirada del narrador, el niño-joven Momo, nos acerca a un mundo de pobreza, sordidez, amor, dignidad, sufrimiento..., todo ello visto desde la inocencia, que contempla el mundo que le rodea con una naturalidad que nos desarma.
Momo es un niño cuya edad desconocemos (también es un misterio para él), inocente y sabio a la vez, que vive, junto con otros hijos de prostitutas, en un piso al cuidado de Madame Rosa. A partir de ahí conocemos a una galería de personajes que viven en uno de los barrios más sórdidos de París (tan alejada aquí de "la ciudad de la luz"), personajes de gran humanidad y con un gran nivel de dignidad: desde el travesti que se ocupa de la anciana y de los niños en sus ratos libres, al médico judío que les atiende, sin olvidar al invidente musulmán que ocupa sus horas en el café de la esquina, o al proxeneta africano que llora al escribir cartas a sus padres contándoles la vida que imagina que lleva en Francia.
Lo más interesante de la novela es el mosaico de culturas que encontramos en ella y que componen la Europa de hoy, aunque la novela fue publicada en 1975. Personajes distintos que encuentran en la humanidad, su humanidad, el punto en común que les permite convivir más allá de sus diferencias de origen, religión o raza. Una convivencia que se muestra desde la mirada de normalidad de Momo, en ningún momento en forma de lección moral. Aunque es una buena lección.
Una novela recomendable también para jóvenes lectores.
La vida ante sí
Roman Gary