
Así conoceremos cómo vivían los centenares de recogedores de lúpulo, temporeros que se desplazan en muchos casos desde Londres para trabajar jornadas inacabables por un sueldo que apenas les permite mantenerse mientras realizan el trabajo, cómo son engañados por quienes les contratan, pagando menos por la cantidad de lúpulo que recogen a medida que avanza el trabajo. Si se niegan a seguir o se muestran en desacuerdo con el precio, pierden todo aquello que habían ganado hasta entonces.
Conoceremos cómo viven quienes no tienen techo en Londres, amontonándose literalmente en los bancos de las plazas públicas para darse calor.
Uno de los capítulos más interesantes es cuando la protagonista pasa a trabajar como profesora en un colegio privado de señoritas. La consigna: los padres deben estar contentos, deben creer que sus hijas aprenden aquello que se considera importante, básicamente, caligrafía. Así pues, fracasan todos sus intentos de enseñar algo a aquellas niñas, de hacer algo distinto. Lo importante es que aparenten saber: constantes copiados para mejorar la caligrafía y aprenderse de memoria las capitales del mundo sin ubicarlas en un mapa. Orwell critica a fondo el sistema educativa británico donde muy pocos colegios son inspeccionados para conocer la calidad de su enseñanza. La mayoría son simplemente un negocio.
Una novela social escrita por Orwell. Muy curiosa.
La hija del clérigo
George Orwell