Amy e Isabelle parece una novela que se ha escrito para dar argumentos a quien afirma que en todos nosotros hay una novela. Su planteamiento no parece nada especial: una madre y una hija adolescente en un pequeño pueblo de Nueva Inglaterra. La madre trabaja como secretaria en una pequeña fábrica, y está secretamente enamorada de su jefe, un hombre casado y sin mucho atractivo; la hija está acabando la escuela secundaria.
Y, sin embargo, evidentemente, hay una novela. El enamoramiento o pasión que la hija siente hacia su profesor de Matemáticas, y la actitud con la que vive ese sentimiento, hará que su madre recuerde algunos elementos de su pasado que vive con vergüenza y que la han convertido en quien no es, a fuerza de fingir.
Así, ambos personajes explorarán la relación que creían que tenían la una con la otra, y establecerán relaciones más verdaderas con su entorno, con el resto de personajes que están estupendamente retratados por Elizabeth Strout, premio Pulitzer por su anterior novela, Oliver Kitteridge.
Amy e Isabelle
Elizabeth Strout
Y, sin embargo, evidentemente, hay una novela. El enamoramiento o pasión que la hija siente hacia su profesor de Matemáticas, y la actitud con la que vive ese sentimiento, hará que su madre recuerde algunos elementos de su pasado que vive con vergüenza y que la han convertido en quien no es, a fuerza de fingir.
Así, ambos personajes explorarán la relación que creían que tenían la una con la otra, y establecerán relaciones más verdaderas con su entorno, con el resto de personajes que están estupendamente retratados por Elizabeth Strout, premio Pulitzer por su anterior novela, Oliver Kitteridge.
Amy e Isabelle
Elizabeth Strout